Los indígenas de la India inglesa tienen, tienen por decirlo así, una doble vida: la que se relaciona con lo exterior, que se encuentrabajo la influencia europea, y la interior, enque procuran conservar con exquisito cuidado sus prácticasy sus costumbres. Muy raravez puede levantarse la cortina que oculta esta última; pero la acción de la justicia ejercidapor los magistrados británicos, suele revelar estos misterios.
El delito de homicidio, especialmente, la muerte dada a las mujeres propias, coloca a los tribunales en las mayores dificultades para conocer los móvilesdel crimen.
El interés peculiar que tiene la causa de que vamos a ocuparnos, nos mueve a darle lugar en nuestras Cosas de allande.Chamdrasangji, hijo segundo del rajah de Oudeypoor, ha comparecido antelos jueces de Bombay por el delito de haber asesinado a su esposa.
En la fecha del crimen, Chamdrasangji tenia a poco más o menos 19 años.Aunque su educación no había concluido todavía y asistía ala escuela establecida enhonor del príncipe de Gales, tenia dos mujeres. La mayor, Nant Koover,no pasaba de los 18 años, y la otra, Rajkoover, todavía más joven,era superior en rango a la primera, pues si bien se habia casado después, tenía sobre ella las preeminencias de primera esposa. La abuela paterna del marido, Hariba, era su tía. Gozaba del privilegio de ser pardah, en virtudde lo cual podía enseñar su rostro a los parientes masculinos de su rama materna, pero a ningún otro hombre, ni siquiera a su cuñado.
El palacio del esposo tenia dos pisos además del bajo, y el primero lo ocupaba Rajkoover y sus doncellas,dedicándose el superior a la segunda mujer. La etiqueta de la corte prohibía terminantemente a la rane o primera esposa, bajar al piso inferior.
El joven príncipe estaba acostumbrado a comer con la segunda esposa, y ella misma traía los platos para servirle, así como otras veces, según los usosprimitivos de la dignidad real entre los rojpoots le cocía los alimentos.
El domingo 3 de julio de 1880 el príncipe volvió de la escuela, ydespués de haber comido, estaba mascando hojas de betel, cascando nueces y tomando el fresco de la noche en uno de los balcones del piso segundo, cuando un acontecimiento extraordinario conmovió todo el palacio. Una criada llamada Jivli, que en el juicio no ha podido decir su edad, y cuyo cuidado era el de barrer las habitaciones interiores, informó a su señor que Rajkoover había atado una cuerda a uno de los pilares de su cama y que se habia descolgado al piso inferior, que distaba 17 pies; que Champa, doncella de 18 años, y Pari, niña de 8 o 9, estaban en la habitación, y que no se le impidieron pero que se lo habían dicho a Jivli y a Nathli, otra doncella de la segunda mujer, que estaba sentada comiendofuera de la puerta.
Chamdrasangji bajó con Jivli, y registrando las habitaciones bajas y las afueras de la casa, encontró á Rajkoover en la vivienda del cocinero, que lindaba con el palacio, habiendo evidencia de que había entrado antes en la cabaña de un brahmán, situada debajo de la ventana de su cuarto.
Ni había ni hubo prueba de que allí o en la habitación del cocinero tuviera cita con un amante.
Al descubrirla la criada Jivli, la empujó por la espalda, y el marido la dio de palos diciendo: «Has traído la deshonra a la casa de mi padre.»Según la declaración de la mujer del cocinero, su respuesta fue:
«No me gritéis ni me insultéis: he hecho mal, y yo misma me mataré;» después de lo cual fue empujada y llevada por la parte interior de las habitaciones hasta su propio cuarto.
Varios testigos presenciaron los acontecimientos posteriores, Jeslo, marido de Nathli, que era también criado de Ghamdrasangji, un niño de tres años llamado Lasir, y además las sirvientas. Rajkoover fue golpeada por su marido, primero con un palo, luego con otro, después con unos cordeles, y, por último, con su espada. Al fin, la segunda mujer, que no puede ser sospechosa, que habia logrado quitar de en medio la espada, obtuvo del celoso marido que diera fin a esta escena dolorosa. La pobre Rajkoover, que no habia hecho más que llorar y gritar, quedó encerrada, con los pies atados juntos en un garfio y con la cabeza más baja, tocando al suelo.
Un testigo asegura que confesó haber tenido relaciones con Sadat,chicuelo de 13 años, poeta y lector de poesías, que habia ido algunas veces al palacio en busca de destinos, y del cual habia recibido cartas; pero ella no sabia leer ni escribir.
Sadat tenia costumbre de visitar la cabaña del brahman, y el hijo del cocinero declaró que Champa había venido en aquel mismo domingo a solicitar que la leyese una carta, presumiéndose
que, era de Sadat y que Champa tenia encargo de su dueña de informarla de su contenido.Puri, la sirvienta pequeña de Rajkoover, afirma que la rance habia salido otra vez de su cuarto por medio de la cuerda, después de haber hablado durante muchosdias de Sadat, cuyo padre, que habia pertenecido a la policía de Oudeypoor, habia estado, siendo ella una niña, al servicio del suyo.
Aquí terminan los testimonios claros, resultando indisputable la salida de la rance de su triste y penoso encierro a causa de una afección, extraviarla probablemente hacia Sadat, aunque éste niega haberla hablado ni siquiera una vez en su vida.Los malos tratos recibidos de su marido son igualmente incuestionables, aunque el juez decide que no son por si propios suficientes para haber causado la muerte, y el punto crítico de la controversia sobre el delito de Ghamdrasangjfi es si la crueldad hacia su mujer continuó en el lunes y en el martes despues de la ofensa.
Algunos testigos aseguran que la golpeó cruelmente el domingo, habiéndola amordazado antes para impedir que sus gritos se oyesen, y, que repitió el castigo el lunes. Ella quedó, por estos o por otros medios incapacitada de moverse de la esfera de su cuarto y se duda si su marido la hirió con la espada.
Por otra parte, los testigos de descargo niegan que fuera maltratada después del domingo; cuando según la expresión oriental, la sangre del marido ya no estaba caliente, que es en aquellos países una disculpa para todos los actos extremos. Las señoras de la familia, en conjunto, niegan los golpes del lunes y del martes, y según ellas, Rajkoover tenia conciencia de su culpa, no diciendo una palabra de Sadal, ni siquiera preguntando quien la habia denunciado, pudiendo apenas pronunciar en su delirio estas palabras. «Es el destino. ¡Padremío! ¡Madre mial»
Al principio comió y bebió, pero al dia siguiente permaneció inmóvil y no pudo tomar alimento. En la noche del lunes, el doctor hereditario, cuya familia habia cuidado a los rajahs de Oudeypoor durante cuatro generaciones, fue llamado a la casa. Chamdrasangji le enseñó una señal en el pié derecho de Rajkoover, que permaneció muda, y le dijo que era la mordedura de una serpiente. El médico conoció desde luego que estaba muriendo, y manifestó al marido que si conocia a alguien que tuviese un talismán para el veneno de la víbora, que lo llamara, por que él se iba a su casa.
Siendo costumbre india el bajar a los moribundos al piso inferior, a la mañana siguiente se hizo esta mudanza con Rajkoover, y por la tarde se corrió por la ciudad la noticia de que habia muerto de la mordedura de una serpiente.
En realidad, murió por la noche, abandonada, sola y desesperada. Un médico de Oudeypoor consintió en sentar la defunción en su libro diario, añadiendo que la habia recetado medicinas para la picadura de una vívora, y la misma explicación de la muerte dio el marido á su hermano mayor. A la mañana siguiente Rajkoover fue quemada a la usanza solemne del país, con sus aretes, sortijas, ajorcas y pulseras. El cuñado presidió el duelo.
El asunto hubiera terminado aquí. Habiendo encerrado a Sadat en una casa extramuros para que purgara su supuesto amor, su padre le procuró una evasión, escapándose ambos clandestinamente.
- Sin embargo, la pobre Rajkoover tenia una madre que, aunque también pardah, se sintió con el valor de un hombre para vengar a su desgraciada hija. A pesar de que el testimonio de Hariba habia sido favorable a su sobrino político, se habia dolido de la muerte de Rajkoover, y fue a contárselo todo á la madre. A los cuatro dias de la muerte llego ella, presentándose al agente político inglés para que se hicieran investigaciones sobre lo que a primera vista parecía un asesinato premeditado.
La incineración de Rajkoover ha impedido que se adquiera por la justicia una certidumbre absoluta del hecho. Resulta de los testimonios de un modo indudable, que Chamdrasangji golpeó severamente a su mujer en el arrebato de los celos.
Es posible que estos malos tratamientos hayan producido la muerte; pero en la opinión de los tribunales, no tenia este crimen por objeto y no ha sido su natural consecuencia. Si los golpes del lunes y martes se hubieran probado, indicios bastantes habría para suponer que eran la causa suficiente de la muerte, lo cual habria dado al delito el carácter de un asesinato a sangre fria.
Chamdrasangji ha sido, pues, condenado a una pena insignificante, con relación al delito de que Je acusaba la familia de Rajkoover.
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