La violencia entre hermanos
Aunque los padres no siempre le dan la importancia debida, las peleas son frecuentes en todas las razas y clases sociales, pero hay cada vez más evidencia de que, en una minoría de los casos, las peleas entre hermanos se convierten en una forma de abuso repetido, inevitable y emocionalmente nocivo. Los padres deben ser capaces de distinguir entre los conflictos entre hermanos sanos, así como los daños o abusos entre ellos para evitar situaciones extremas.
En un estudio publicado el año pasado en Child Maltreatment (Maltrato infantil), un grupo de sociólogos descubrió que el 35% de los chicos habían sigo “golpeados o atacados” por un hermano el año anterior.
El estudio se basaba en entrevistas telefónicas con un muestreo nacional representativo de 2.030 chicos o quienes están a cargo de ellos. Si bien algunos de los ataques pueden no haber tenido consecuencias físicas, más de la tercera parte eran problemáticos a simple vista. Según un análisis preliminar de los datos no publicados del estudio, el 14% de los chicos eran atacados con frecuencia por un hermano, el 4,55% eran golpeados lo suficientemente fuerte como para sufrir lesiones como hematomas, cortes, dientes rotos y ocasionalmente un hueso fracturado; y el 2% eran golpeados por hermanos o hermanas con rocas, juguetes, mangos de escobas, palas y hasta cuchillos. Los chicos de 2 a 9 años que eran atacados con frecuencia tenían el doble de posibilidades que otros chicos de su edad de mostrar síntomas agudos de trauma, ansiedad y depresión, como falta de sueño, ataques de llanto, pensamientos suicidas y miedo a la oscuridad. “Hay formas muy serias de victimización entre hermanos”, dijo David Finkelhor, un sociólogo del laboratorio de Investigación Familiar de la Universidad de New Hampshire, el principal autor del estudio, que sugiere que muchas veces se minimiza. “Si yo le pegara a mi mujer, nadie tendría problema en considerarlo un acto criminal”, dijo. “Cuando un chico le hace lo mismo a un hermano, el mismo hecho se construye como una pelea o un altercado”.
Los ataques entre hermanos en el estudio del Dr. Finkelhor eran igualmente frecuentes entre chicos de todas las razas y grupos socioeconómicos; eran más frecuentes en los chicos entre 6 y 12 años, apenas más frecuente en los chicos que en las chicas e iban desapareciendo gradualmente a medida que los chicos entraban a la adolescencia.
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