La malaria es prevenible y curable. Aun así, la falta de atención médica o las dificultades económicas para acceder a medicamentos hacen que sea una enfermedad mortal.
La mala prevención también aumenta el riesgo de contraer la enfermedad. Por ello, es importante evitar la picadura del mosquito que trasmite la enfermedad mediante el uso de mosquiteras con insecticida o la adquisición de hábitos higiénicos que eviten la proliferación del insecto, como por ejemplo evitar aguas estancadas.
Actualmente se registran 243 millones de casos de personas que contraen malaria cada año y cerca de un millón de fallecimientos a causa de ella, de los cuales el 90% se dan en África. La infancia, junto con las mujeres embarazadas, es el grupo más vulnerable ante esta enfermedad. Tanto es así que La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en África cada 45 segundos muere un niño o niña por malaria.
En Burkina Faso la malaria es una enfermedad endémica. En la zona donde actuamos, al norte del país, causa casi el 44% de las muertes infantiles y juveniles. El Plan Nacional de Lucha contra la Malaria distribuyó ocho millones de mosquiteras tratadas con insecticida el año pasado, sin embargo, a pesar de este avance, en el país sólo un 10% de los niños y niñas menores de 5 años duerme bajo mosquitera.
Detener y reducir la incidencia del paludismo - la tercera meta del sexto Objetivo del Milenio para 2015-, requiere invertir en programas de desarrollo paliativos, que mejoren la atención sanitaria (en el norte de Burkina Faso, por ejemplo, hay un médico por cada 215.256 habitantes) y el acceso a tratamientos para combatir la enfermedad; pero también en programas de desarrollo preventivos y duraderos, que además de proteger contra la picadura del mosquito (mosquiteras e insecticidas), impliquen un cambio de hábitos y costumbres por parte de la comunidad que contribuya a frenar la proliferación de los focos donde nace el mosquito transmisor de la malaria.
En esta línea, llevamos a cabo un programa de prevención y tratamiento de la malaria y otras enfermedades endémicas en 54 escuelas de la provincia de Yatenga y en el Centro de Recuperación Nutricional donde atendemos a niños y niñas con desnutrición severa.
Tres veces al año se llevan a cabo revisiones médicas y se tratan con antipalúdicos los casos de malaria detectados, al tiempo que se imparten jornadas de sensibilización dirigidas a toda la comunidad educativa (padres, madres, docentes y estudiantes.
En estas jornadas se trabajan tres ámbitos: la adquisición de hábitos y rutinas diarias para frenar la proliferación del mosquito de la malaria, como evitar la aparición de aguas estancadas en el entorno del hogar, de los pozos y fuentes de agua, y fomentar su limpieza; el uso habitual de mosquiteras tratadas con insecticida para protegerse de la picadura del mosquito transmisor de la enfermedad; y el reconocimiento de los síntomas comunes de la malaria incidiendo en la necesidad de recibir asistencia médica una vez se detectan y reconocen.
Se necesitan más recursos para controlar la malaria; la Organización Mundial de la Salud calcula que aproximadamente 6 mil millones de dólares, el triple de los 1,8 millones de dólares comprometidos en 2010. Del cumplimiento del objetivo de detener la malaria y reducir su incidencia en cuatro años, depende que muchos países africanos también cumplan el cuarto y quinto Objetivos del Milenio; reducir en dos tercios la mortalidad infantil y mejorar la salud materna.
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