TRIBUNALES EXTRANJEROS
Un drama en un lavadero.
Un drama en un lavadero.
El acusado que comparece ante los Assises del Sena es un individuo llamado Isidoro Larne, de edad de cuarenta años y gerente de un lavadero. El crimen de que se le acusa es el da haber asesinado a su querida. Matilde Bordeaux, en las circunstancias siguientes:
Aunque casado y padre de familia, Larne habia entablado relaciones íntimas, hace cerca de siete años con la joven Bordeaux; después de una sentencia pronunciada contra él en 1874, por el delito de hacer vida común en el domicilio conyugal con una concubina, su mujer obtuvo la separación de cuerpo, y él desde aquel instante habitó resueltamente con su querida. Dado a la embriaguez y de un carácter violento y brutal, tenia frecuentes altercados con ella y la maltrataba casi todos los días.
En el mes de Julio último, la señora Fragonard, que habia tenido durante algunas semanas a su servicio a la joven Bordeaux, la cual conocía desde larga fecha, quiso interesarse por ella y la confió, así como a Larne, la gerencia de un lavadero del que era dueña, dándole, además de la casa, un salario de 3,000 francos anuales.
Este cambio de posición no mejoró en nada las costumbres del acusado, el cual continuó embriagándose y golpeando á su querida. El 31 de agosto último por la noche, una escena final se produjo con motivo de una cuestión insignificante; en su consecuencia, la víctima, que habia sido maltratada y herida en diferentes partes del cuerpo, se dirigió á casa de la señora Fragonard, anunciándolo su decisión de separarse de Larne y abandonar el lavadero si no despedian a ésta.
Hay que añadir a lo expuesto, que habiéndose dirigido diferentes quejas a la señora Fragonard por sus parroquianos, en razón a las groserías que usaba con el público Isidoro Larne, ésta habia dispuesto el privarlo de su empleo; se dirigió, pues, al lavadero y le hizo presente su resolución de que se marchase enseguida; pero el acusado rehusó obedecer, diciendo que estaba en su casa y profiriendo amenazas contra su querida, a la que prohibió la entrada en el establecimiento.
La joven Bordeaux se vió en la necesidad de pasar la noche en el despacho del lavadero, y al otro dia recibió hospitalidad en una de las casas del barrio.
Desde la mañana siguiente, Larne comenzó a poner en ejecución su proyecto de venganza; compró un revólver de seis tiros, y el 3 de setiembre se dirigió a ensayar su arma en el polígono de Vincennes.
Terminada la prueba, volvió al lavadero, que no había querido abandonar aún, y esperó la hora
conveniente para perpetrar su crimen.
—En la noche del mismo dia, hacia las diez, la joven Bordeauz salió del despacho con objeto de cerrar una puerta colocada en la extremidad del corredor. Lame, que ¡a había visto pasar salió y cuando estuvo a tres pasos de ella, le disparó un primer tiro, diciéndole: "Esta es tu recompensa"
Herida en la mejilla derecha, la joven Bordeaux cayó al suelo sin proferir un grito, y entonces el acusado descargó su arma otras dos veces sobre ella, hiriéndola uno de los proyectiles en el brazo izquierdo y no alcanzándole el otro.
Un poco después, Lame pasaba por delante del despacho y explicaba á una de las sirvientas que aquel ruido que la habia asustado procedía de varios petardos que unos muchachos habian disparado en la calle: ganó en seguida la escalera y se apresuró á bajar. Afortunadamente el crimen habia sido descubierto en aquel instante, y la mujer, con la cual habia estado hablando, lo detuvo por un brazo acusándole de haber asesinado a su querida. «Me he hecho justicia, respondió Lame, déjame pasar o si no disparo: aún tengo dos balas en el revólver.» En seguida huyó, siendo detenido á los pocos momentos.
Conducida la joven Bordeaux al hospital Necker, dejó de exirtir el día 6 de Setiembre, a consecuencia de la herida que recibió en la mejilla.
El presidente del jurado procede al interrogatorio.
P.—Sois casado, habéis abandonado á vuestra mujer y vivias con una querida, la llamada Matilde Bordeaux; ¿no es eso?
A.—Si, señor, desde hace siete años.
P.—Teníais frecuentes disputas con ella, sobre todo cuando volvíais a vuestra casa embriagado.
A.—Solía beber alguna vez que otra pero nada más.
P.—El 3 de setiembre volvísteis a encontrar a vuestra querida en el lavadero, y después de haber
tenido con ella una discusión en voz baja, le disparasteis tres tiros de revólver, hiriéndola gravemente.
A.—¡Ah, señores! Juro qne no tenia la intención de matar á Matilde; pensaba únicamente en suicidarme; tuvimos unas palabras, disparé no sé cómo, y mi pobre Matilde cayó...
P.—Disparásteis sobre ella tres tiros seguidos.
A.—Tenia el dedo en el gatillo; disparé segunda y tercera vez sin darme cuenta de ello...
P.—Los testigos dicen, no obstante, que conservabais toda vuestra sangre fria; hay entre ellos uno, el mozo de la caldera, que no sabiendo lo que habia ocurrido os preguntó la causa de aquellas
detonaciones. Vos contestasteis: «No hagáis caso; son chicos que juegan en la calle con petardos;»
la misma respuesta dísteis a otra persona, y viendo, por último, que vuestro crimen habia sido descubierto, emprendisteis la fuga, no sin haber antes amenazado á un testigo con vuestro revólver.
A.—No estaba en pleno uso de mis sentidos e hice tan pocos esfuerzos por escaparme, qne me dejé prender casi sin resistencia.
P.—En resumen; se os acusa de homicidio voluntario cometido con premeditación en la persona de Matilde Bordeaux.
A.—Reconozco que he matado a Matilde; pero no traté de llevar á cabo un crimen; ha sido la fatalidad quien lo ha querido.
El jurado da un veredicto afirmativo acerca del homicidio voluntario y de la premeditación; sin embargo, reconoce circunstancias atenuantes en el acusado.
El tribunal condena á Larne á quince años de trabajos forzados, con dispensa de la vigilancia al espirar la condena.
Aunque casado y padre de familia, Larne habia entablado relaciones íntimas, hace cerca de siete años con la joven Bordeaux; después de una sentencia pronunciada contra él en 1874, por el delito de hacer vida común en el domicilio conyugal con una concubina, su mujer obtuvo la separación de cuerpo, y él desde aquel instante habitó resueltamente con su querida. Dado a la embriaguez y de un carácter violento y brutal, tenia frecuentes altercados con ella y la maltrataba casi todos los días.
En el mes de Julio último, la señora Fragonard, que habia tenido durante algunas semanas a su servicio a la joven Bordeaux, la cual conocía desde larga fecha, quiso interesarse por ella y la confió, así como a Larne, la gerencia de un lavadero del que era dueña, dándole, además de la casa, un salario de 3,000 francos anuales.
Este cambio de posición no mejoró en nada las costumbres del acusado, el cual continuó embriagándose y golpeando á su querida. El 31 de agosto último por la noche, una escena final se produjo con motivo de una cuestión insignificante; en su consecuencia, la víctima, que habia sido maltratada y herida en diferentes partes del cuerpo, se dirigió á casa de la señora Fragonard, anunciándolo su decisión de separarse de Larne y abandonar el lavadero si no despedian a ésta.
Hay que añadir a lo expuesto, que habiéndose dirigido diferentes quejas a la señora Fragonard por sus parroquianos, en razón a las groserías que usaba con el público Isidoro Larne, ésta habia dispuesto el privarlo de su empleo; se dirigió, pues, al lavadero y le hizo presente su resolución de que se marchase enseguida; pero el acusado rehusó obedecer, diciendo que estaba en su casa y profiriendo amenazas contra su querida, a la que prohibió la entrada en el establecimiento.
La joven Bordeaux se vió en la necesidad de pasar la noche en el despacho del lavadero, y al otro dia recibió hospitalidad en una de las casas del barrio.
Desde la mañana siguiente, Larne comenzó a poner en ejecución su proyecto de venganza; compró un revólver de seis tiros, y el 3 de setiembre se dirigió a ensayar su arma en el polígono de Vincennes.
Terminada la prueba, volvió al lavadero, que no había querido abandonar aún, y esperó la hora
conveniente para perpetrar su crimen.
—En la noche del mismo dia, hacia las diez, la joven Bordeauz salió del despacho con objeto de cerrar una puerta colocada en la extremidad del corredor. Lame, que ¡a había visto pasar salió y cuando estuvo a tres pasos de ella, le disparó un primer tiro, diciéndole: "Esta es tu recompensa"
Herida en la mejilla derecha, la joven Bordeaux cayó al suelo sin proferir un grito, y entonces el acusado descargó su arma otras dos veces sobre ella, hiriéndola uno de los proyectiles en el brazo izquierdo y no alcanzándole el otro.
Un poco después, Lame pasaba por delante del despacho y explicaba á una de las sirvientas que aquel ruido que la habia asustado procedía de varios petardos que unos muchachos habian disparado en la calle: ganó en seguida la escalera y se apresuró á bajar. Afortunadamente el crimen habia sido descubierto en aquel instante, y la mujer, con la cual habia estado hablando, lo detuvo por un brazo acusándole de haber asesinado a su querida. «Me he hecho justicia, respondió Lame, déjame pasar o si no disparo: aún tengo dos balas en el revólver.» En seguida huyó, siendo detenido á los pocos momentos.
Conducida la joven Bordeaux al hospital Necker, dejó de exirtir el día 6 de Setiembre, a consecuencia de la herida que recibió en la mejilla.
El presidente del jurado procede al interrogatorio.
P.—Sois casado, habéis abandonado á vuestra mujer y vivias con una querida, la llamada Matilde Bordeaux; ¿no es eso?
A.—Si, señor, desde hace siete años.
P.—Teníais frecuentes disputas con ella, sobre todo cuando volvíais a vuestra casa embriagado.
A.—Solía beber alguna vez que otra pero nada más.
P.—El 3 de setiembre volvísteis a encontrar a vuestra querida en el lavadero, y después de haber
tenido con ella una discusión en voz baja, le disparasteis tres tiros de revólver, hiriéndola gravemente.
A.—¡Ah, señores! Juro qne no tenia la intención de matar á Matilde; pensaba únicamente en suicidarme; tuvimos unas palabras, disparé no sé cómo, y mi pobre Matilde cayó...
P.—Disparásteis sobre ella tres tiros seguidos.
A.—Tenia el dedo en el gatillo; disparé segunda y tercera vez sin darme cuenta de ello...
P.—Los testigos dicen, no obstante, que conservabais toda vuestra sangre fria; hay entre ellos uno, el mozo de la caldera, que no sabiendo lo que habia ocurrido os preguntó la causa de aquellas
detonaciones. Vos contestasteis: «No hagáis caso; son chicos que juegan en la calle con petardos;»
la misma respuesta dísteis a otra persona, y viendo, por último, que vuestro crimen habia sido descubierto, emprendisteis la fuga, no sin haber antes amenazado á un testigo con vuestro revólver.
A.—No estaba en pleno uso de mis sentidos e hice tan pocos esfuerzos por escaparme, qne me dejé prender casi sin resistencia.
P.—En resumen; se os acusa de homicidio voluntario cometido con premeditación en la persona de Matilde Bordeaux.
A.—Reconozco que he matado a Matilde; pero no traté de llevar á cabo un crimen; ha sido la fatalidad quien lo ha querido.
El jurado da un veredicto afirmativo acerca del homicidio voluntario y de la premeditación; sin embargo, reconoce circunstancias atenuantes en el acusado.
El tribunal condena á Larne á quince años de trabajos forzados, con dispensa de la vigilancia al espirar la condena.
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