FORO SOCIAL DE LAS AMÉRICAS
Guatemala, octubre 2008
Las feministas sabemos que nuestras realidades cotidianas están marcadas por los mandatos opresivos del patriarcado capitalista que naturaliza las desigualdades e institucionaliza el control de nuestra sexualidad, capacidad reproductiva y fuerza de trabajo. Este sistema excluye a las mujeres de la toma de decisiones en lo público y lo privado, y responde a cualquier transgresión con violencia hacia nuestros cuerpos, criminalización, satanización y represión de nuestros movimientos.
En su etapa neo-liberal, este sistema de acumulación desmedida, coloca al mercado y los intereses financieros como entes reguladores de nuestras vidas y relaciones sociales, explotando las riquezas de la naturaleza, privatizando y destruyendo las fuentes de vida, poniendo en riesgo a millones de personas y obligando a las mujeres a la migración forzada, condenándolas a la miseria.
Para imponerse y sostenerse, recurre a la militarización y al armamentismo, inventa confrontaciones genocidas que toman a las mujeres como botín de guerra, las expulsa obligándolas al exilio y a vivir en condiciones de refugiadas políticas; deja en la impunidad el feminicidio y otros hechos criminales contra la humanidad que suceden diariamente.
Las feministas proponemos transformaciones profundas y radicales de las relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza, para garantizar el buen vivir. El buen vivir consiste en reconocer nuestros aportes en las dimensiones productivas y reproductivas, así como nuestra participación política, tanto en la sociedad civil como en el Estado. La Buena Vida, Ütz k’aslemal, tiene que basarse en la distribución justa y equitativa del poder.
Estas transformaciones pasan por un proceso de construcción de pactos y alianzas fundados en el reconocimiento de la autonomía y las diversidades, en el marco de una democracia que abarque los espacios íntimos, domésticos, laborales, políticos y públicos. Las mujeres reivindicamos el derecho a decidir con libertad sobre nuestras vidas, cuerpos, sexualidades y territorios que habitamos, con sus riquezas naturales y culturales.
Consideramos que para concretar estas transformaciones, podemos hacer alianzas sólo con aquellos movimientos, actores y sujetos
- Que integren en su agenda política la autonomía individual y colectiva de las mujeres, así como la construcción de posibilidades para el ejercicio pleno de todos nuestros derechos, incluyendo los más estigmatizados, como los sexuales y reproductivos, sin negociarlos para arribar al poder y afianzarse en él;
- Que se planteen la reorganización socioeconómica para que la reproducción de las sociedades deje de descansar en la sobre-explotación de las mujeres. Que rechacen la esclavitud y la servidumbre como las que se dan en la trata de mujeres, las maquilas y en el trabajo en casa particular.
- Que no toleren prácticas racistas, sexistas y machistas en sus actos cotidianos ni al interior de sus organizaciones; que se comprometan a un pacto de no violencia y de equidad.
- Que estén dispuestos a la transformación de sus miradas, siendo consecuentes con el avance del pensamiento crítico, desafiando a los fundamentalismos de todo tipo, cuestionando la hetero-realidad, cánones y estereotipos impuestos.
- Que luchen por un estado laico que garantice la vigencia de todos los derechos, que proteja las soberanías, cubra las necesidades y brinde calidad de vida a toda la población.
- Que reconozcan e integren las propuestas que aportamos todos los sujetos sociales, como los pueblos y mujeres indígenas, las y los jóvenes, mujeres negras, lesbianas y trans, las mujeres con discapacidades, mujeres viviendo con VIHsida, las mayores y la niñez. Que no prioricen ni jerarquicen luchas ni opresiones, porque todos los sujetos y causas emancipatorias son interdependientes en el proceso de construir otro mundo.
Rechazamos todos los actos de violencia hacia las mujeres y nos pronunciamos contra la criminalización del aborto y de quienes luchamos por su despenalización.
Nos solidarizamos con las compañeras feministas de Nicaragua que están siendo hostigadas y perseguidas por razones políticas. Al condenar estos hechos, declaramos que no puede llamarse de izquierda un gobierno que tiene el poder gracias a pactos establecidos con los herederos de Somoza, que criminaliza la acción feminista, mientras deja en la impunidad los casos de abuso sexual que lo incriminan y que condenó a muerte a cientos de mujeres al eliminar el derecho al aborto terapéutico.
Igualmente, manifestamos nuestro apoyo y solidaridad a las compañeras en resistencia contra la minería de metales y los megaproyectos, que están siendo perseguidas por su participación en las consultas populares y su oposición legítima y legal a la explotación de su patrimonio natural.
Exigimos la presentación con vida de los y las desaparecidas políticas, así como la liberación de las y los presos políticos por el actual régimen que gobierna México.
Nos solidarizamos con las mujeres de Haití y rechazamos la violencia que han provocado las fuerzas militares de ocupación, como la Brigada de Élite Kaibil, conocida por su papel en el genocidio durante el conflicto armado en Guatemala.
Reconocemos el aporte de las mujeres indígenas como sujetas políticas y sociales que vienen a enriquecer la perspectiva feminista desde la diversidad cultural de nuestras sociedades.
Consideramos que negarse a discutir las incongruencias entre el discurso y la práctica de quienes se dicen de izquierda, socialistas o democráticos, sólo abona al retraso de las urgentes transformaciones. La lucha política debe ser ética. Por ello, seguiremos aportando de manera crítica a la construcción de los movimientos sociales, defendiendo la autonomía y fortalecimiento del movimiento feminista.
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