Acció Solidària del Vallès logra que imanes y mujeres viejas accedan a desterrar esta práctica ancestral
'Prou ablacions' (Basta ablaciones), la campaña que impulsa una pequeña organización no gubernamental de Sant Quirze del Vallès, Acció Solidària, ha alcanzado unos resultados sorprendentes que no han logrado ni gobiernos, ni grandes instituciones sociales, con su consolidación en un vasto territorio del Senegal, un país donde las leyes prohíben la mutilación genital femenina. Una legislación que no respetan la mayoría de las etnias asentadas en zonas rurales como la comarca de Blouf, en el estado de baja Casamance, donde Enric Alloza, portavoz de Acció Solidaria confirma que “la ablación aún se realiza a todas las niñas hasta los cinco años”.
¿Cómo una pequeña ONG consigue lo que no logran grandes instituciones oficiales? “Con el efecto expansivo de un razonamiento lógico” aclara el portavoz de Acció Solidària. Así, los de Sant Quirze han hecho campaña directa en las pequeñas aldeas y pueblos “donde las tradiciones tienen más importancia que los propios individuos”. Un claro ejemplo lo encontramos en Thiobon, con una población cercana a los 4.000 habitantes, en su mayoría de etnia mandinga, que practica la ablación al 73,3% de sus mujeres, según datos aportados por el gobierno. En Senegal aún se impone la mutilación genital en el 59,7% de los clanes diola y en el 1,6% de los wolouf muy localizados en la zona de Dakkar, donde la policía persigue estas prácticas.
El problema básicamente radica en el intervalo de tiempo que las niñas están sin escolarizar, lo que en Senegal no sucede hasta los tres años, momento en que se las inscribe en los registros oficiales. Si entre tanto se da el caso que una pequeña muera desangrada tras ser sometida al rito de la ablación –las llevan una semana al bosque y después celebran una gran fiesta- “se las entierra y punto” sentencia Alloza.
El coordinador de la ONG resume que aún conociendo la legislación restrictiva no ha sido hasta la implantación de los medios de comunicación públicos que el territorio ha empezado a reaccionar. En Thiobon hace escasamente dos años que tienen electricidad y recientemente la gran novedad son los dos aparatos de televisión que hay en el pueblo, desde los que el gobierno emite constantes mensajes contra este tipo de prácticas. No obstante el espaldarazo definitivo lo dan ONG’s como Acció Solidaria. Así Alloza reconoce cierta presión, “les explicamos que nuestros mejores colaboradores” en este caso el Ajuntament de Sant Quirze y la Fundació Jesús Serra “su ética es contraria a la ablación”. No es muy difícil entender que posteriormente la tradición se destierre a cambio de perpetuar las reformas en las escuelas o toneladas de medicamentos y alimentos que reciben de las organizaciones.
Pero no fue hasta el pasado 25 de febrero que las mujeres viejas -término que ellas mismas utilizan para definirse- de Thiobon, reunidas bajo un árbol de mango, tras una acalorada discusión en lengua diola acuerdan romper con una tradición de siglos y deciden que, desde aquel momento, todas las mujeres deberán abandonar la costumbre de mutilar genitalmente a sus hijas. Poco después, Malick Coly, profesor de idiomas y colaborador de la ONG en el país, transmite el pacto a los cinco imanes de la mezquita, por lo que la decisión adquiere aún mayor rango tribal que la propia ley gubernamental.
En las aldeas senegalesas “mandan las mujeres” confirma Alloza, de ahí que su decisión deba ser acatada sin protestar. Sus maridos, por lo general laboran en las capitales del país o bien han emigrado a occidente desde donde envían cantidades mensuales para contribuir a la manutención de su familia. “Con los 50 euros que pueda enviar un marido, aquí compran pescado para todo un mes” que junto al arroz que ellos mismos cultivan, es el alimento básico del pueblo.
Pese a no contar con financiación para el programa 'Prou Ablacions' el acuerdo de Thiobon toma efecto espontáneo de onda expansiva y Acció Solidària consigue “no a la velocidad que nos gustaría por la falta de fondos” nuevos acuerdos con el alcalde de Thionck Essil, capital de Blouf, de 15.000 habitantes y de ahí a toda la comarca que ocupa un vasto territorio en el que viven unas 80.000 personas. A continuación proseguirán por Yatakunda, en la región de Kolda, donde esperan convencer a 4.000 mandingas con la colaboración del pastor evangelista Abdoulaie Sadio, que ya cuenta con el apoyo de parte de las viejas mujeres del lugar, sin las cuales, ningún acuerdo es válido en Senegal.
La Vanguardia, 7/3/11
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