Javier Pérez Obón ha admitido que utilizó su condición de doctor para aprovecharse de 31 mujeres
El ministerio fiscal ha pedido una pena de 81 años y dos meses de prisión para Javier Pérez Obón, el médico otorrinolaringólogo que hoy ha reconocido ante la jueza del Juzgado Penal número 3 de Palma haber tocado de forma libidinosa a 31 pacientes y haber grabado a 27 de ellas en vídeo mientras lo hacía.
El juicio, celebrado este lunes, ha quedado visto para sentencia después de que 30 de las 31 víctimas hayan llegado a un acuerdo de conformidad con la defensa del médico por el cual este se compromete a abonar una indemnización de 3.000 euros a cada una de ellas --algunas de las cuales ya los han recibido--.
La única víctima que no ha aceptado la conformidad solicita una indemnización por responsabilidad civil conjunta y solidaria más alta (30.000 euros) por daños morales.
"Enfermedad psicológica"
El médico, que pasaba consulta en un despacho alquilado en la Clínica Rotger de Palma, ha admitido que se aprovechó de su condición de profesional de la medicina para engañar a sus pacientes, hacer que se desnudaran, colocarles una serie de esparadrapos por todo el cuerpo y pincharles los pechos y las zonas genitales excusándose en que se trataba de pruebas diagnósticas.
Pérez Obón --que en su último turno de palabra ha pedido perdón a las víctimas-- ha reconocido que, además, a la mayoría de ellas las grabó en vídeo y las fotografió y que esas imágenes las almacenaba en el ordenador de su casa, donde luego las visionaba. El fiscal solicita un año y cuatro meses de cárcel en virtud de cada uno de los 31 delitos de abusos sexuales y otro año y cuatro meses por los 27 delitos contra la intimidad. Asimismo, exige una multa de 12 meses a razón de 4 euros al día, y pide su inhabilitación para el ejercicio de la medicina durante el período de la condena.
El acusado ha admitido las acusaciones, ha aceptado "íntegramente" la pena que para él ha solicitado el fiscal y ha alegado que su actuación no fue fruto de una casualidad, sino consecuencia de una "enfermedad" psicológica. Sin embargo, su letrado ha rechazado la petición de la indemnización de 30.000 euros que ha hecho una de las víctimas por considerar que no hay motivo para "pagarle diez veces más" que al resto de afectadas y que en la jurisprudencia no hay aprobadas cuantías tan elevadas para este tipo de situaciones.
Responsabilidad civil de la clínica
Del mismo modo se han pronunciado los letrados de la Clínica Rotger y del doctor Antonio Murcia (quien le alquiló el despacho a Pérez Obón), a los que se les pide esos 30.000 euros de responsabilidad civil conjunta y solidaria con el acusado por considerar que él actuaba como parte de un equipo y de la clínica. Ambos, junto con el defensor del acusado, han tachado esta solicitud de responsabilidad civil de "temeraria" y, como tal, han pedido que se rechace "de plano" y sea la acusación particular la que abone las costas procesales.
Según ellos, aunque la víctima que no ha aceptado la conformidad ha comparecido para explicar los hechos --visiblemente afectada y en compañía de su novio, que también ha declarado ante la jueza--, no ha quedado demostrado ningún daño moral diferente al del resto de afectadas.
La chica ha detallado que fue acompañada por su novio, pero el acusado no lo dejó pasar a la consulta, y que después de someterla a pruebas "extrañas" y "muy dolorosas", debido a las cuales acabó agotada, el otorrino la citó para un mes después porque, según le dijo, "podía tener un tumor en la cabeza".
"Yo no quise volver más, se lo dije a mi madre y no quise volver más", ha relatado la joven que, desde entonces, se encuentra recibiendo tratamiento psicológico, según han asegurado tanto ella como su novio.
Este, Alejandro Martorell, ha declarado que efectivamente la acompañó y que todo resultó muy extraño y que su novia ha sufrido problemas desde entonces que le han impedido continuar con sus estudios de graduado social en la universidad adecuadamente
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