El Maltrato en Japón
Un tercio de las mujeres casadas en Japón recibe algún tipo de maltrato físico o psicológico por parte de sus maridos, según un informe del Gobierno.
Del 33,2 por ciento de mujeres que confiesan esos abusos, el 13,3 por ciento aseguró temer por su vida, de acuerdo con la encuesta, realizada entre octubre y noviembre pasados entre 5.000 féminas niponas de distintas edades.
De las encuestadas, otro 13,6 por ciento dijo experimentar a partir de los veinte años de edad actos violentos en la relación con su pareja, mientras que otro tanto indicó que había hecho frente a abusos de su marido en algún momento de los últimos cinco años.
Más de la mitad de las mujeres casadas niponas no comparte ese problema con nadie, frente al 27,6 por ciento que lo hace con amigas o conocidos y el 3 por ciento que confesó los malos tratos a la policía o a las autoridades sanitarias.
Únicamente el 1 por ciento de las mujeres consultadas acudió a centros de asistencia de su provincia o a consultar con un abogado.
Además, más de un tercio de las mujeres que sufren violencia doméstica por parte de sus parejas sentimentales en Japón fue herida o padeció desórdenes mentales.
Japón es una sociedad tradicionalmente machista, donde la mujer, por lo general las de mayor edad, ha asumido un papel de atender al hombre, por lo que a menudo adoptan un rol de sumisión respecto a su pareja.
En 1993, la Sociedad para el Estudio del Maltrato de los Ancianos de Japón, un grupo independiente integrado en su mayor parte por asistentes sociales y académicos, realizó una encuesta nacional en los centros de asistencia de las distintas comunidades. El estudio permitió confirmar la existencia de maltrato a los ancianos en ese país. Sobre la base de los resultados, la Sociedad decidió que la mejor manera de abordar el problema era crear un servicio de orientación telefónica, similar al que ha organizado Acción contra el Maltrato de los Ancianos, en el Reino Unido (60).
El Centro de Prevención del Maltrato de los Ancianos de Japón se creó en 1996, con la ayuda financiera de una organización no gubernamental nacional, con carácter de entidad sin fines de lucro, que ofrece un servicio de orientación telefónica operado por voluntarios, conocido sencillamente como Línea de ayuda. Uno de los miembros de la Sociedad para el Estudio del Maltrato de los Ancianos, director de un hogar para convalecientes, destinó una habitación del hogar que presidía para que se utilizara como oficina y además proporcionó otros tipos de ayuda. El servicio de orientación se anunció en los periódicos, en los centros de apoyo y en otros organismos.
Ahora la Línea de ayuda ofrece una amplia gama de informaciones, así como orientación en temas jurídicos, a toda persona que tenga un problema relacionado con el maltrato de ancianos. También proporciona servicios de atención de salud y de asistentes sociales.
Al principio, todos los consejeros de la Línea de ayuda eran miembros de la Sociedad, pero posteriormente se incorporaron al personal tres voluntarios externos. Todos los días hay dos consejeros a cargo de la asistencia. Los nuevos reciben una capacitación integral y todos asisten a las reuniones mensuales de la Sociedad para intercambiar información sobre el maltrato a los ancianos y examinar sus estudios de casos. Si surge la necesidad, se puede recurrir a profesionales externos para ayudar a tratar los casos especiales.
La Línea de ayuda es solo un servicio telefónico. Si alguien necesita orientación personal en vez de telefónica, el caso se deriva a un centro local de apoyo de servicio domiciliario. La privacidad, la confidencialidad y el carácter anónimo de los que llaman son aspectos fundamentales de la Línea de ayuda.
Un tercio de las mujeres casadas en Japón recibe algún tipo de maltrato físico o psicológico por parte de sus maridos, según un informe del Gobierno.
Del 33,2 por ciento de mujeres que confiesan esos abusos, el 13,3 por ciento aseguró temer por su vida, de acuerdo con la encuesta, realizada entre octubre y noviembre pasados entre 5.000 féminas niponas de distintas edades.
De las encuestadas, otro 13,6 por ciento dijo experimentar a partir de los veinte años de edad actos violentos en la relación con su pareja, mientras que otro tanto indicó que había hecho frente a abusos de su marido en algún momento de los últimos cinco años.
Más de la mitad de las mujeres casadas niponas no comparte ese problema con nadie, frente al 27,6 por ciento que lo hace con amigas o conocidos y el 3 por ciento que confesó los malos tratos a la policía o a las autoridades sanitarias.
Únicamente el 1 por ciento de las mujeres consultadas acudió a centros de asistencia de su provincia o a consultar con un abogado.
Además, más de un tercio de las mujeres que sufren violencia doméstica por parte de sus parejas sentimentales en Japón fue herida o padeció desórdenes mentales.
Japón es una sociedad tradicionalmente machista, donde la mujer, por lo general las de mayor edad, ha asumido un papel de atender al hombre, por lo que a menudo adoptan un rol de sumisión respecto a su pareja.
En 1993, la Sociedad para el Estudio del Maltrato de los Ancianos de Japón, un grupo independiente integrado en su mayor parte por asistentes sociales y académicos, realizó una encuesta nacional en los centros de asistencia de las distintas comunidades. El estudio permitió confirmar la existencia de maltrato a los ancianos en ese país. Sobre la base de los resultados, la Sociedad decidió que la mejor manera de abordar el problema era crear un servicio de orientación telefónica, similar al que ha organizado Acción contra el Maltrato de los Ancianos, en el Reino Unido (60).
El Centro de Prevención del Maltrato de los Ancianos de Japón se creó en 1996, con la ayuda financiera de una organización no gubernamental nacional, con carácter de entidad sin fines de lucro, que ofrece un servicio de orientación telefónica operado por voluntarios, conocido sencillamente como Línea de ayuda. Uno de los miembros de la Sociedad para el Estudio del Maltrato de los Ancianos, director de un hogar para convalecientes, destinó una habitación del hogar que presidía para que se utilizara como oficina y además proporcionó otros tipos de ayuda. El servicio de orientación se anunció en los periódicos, en los centros de apoyo y en otros organismos.
Ahora la Línea de ayuda ofrece una amplia gama de informaciones, así como orientación en temas jurídicos, a toda persona que tenga un problema relacionado con el maltrato de ancianos. También proporciona servicios de atención de salud y de asistentes sociales.
Al principio, todos los consejeros de la Línea de ayuda eran miembros de la Sociedad, pero posteriormente se incorporaron al personal tres voluntarios externos. Todos los días hay dos consejeros a cargo de la asistencia. Los nuevos reciben una capacitación integral y todos asisten a las reuniones mensuales de la Sociedad para intercambiar información sobre el maltrato a los ancianos y examinar sus estudios de casos. Si surge la necesidad, se puede recurrir a profesionales externos para ayudar a tratar los casos especiales.
La Línea de ayuda es solo un servicio telefónico. Si alguien necesita orientación personal en vez de telefónica, el caso se deriva a un centro local de apoyo de servicio domiciliario. La privacidad, la confidencialidad y el carácter anónimo de los que llaman son aspectos fundamentales de la Línea de ayuda.
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