Los relatos chocan por su brutalidad y su simplicidad. Una recluta militar está retenida en el suelo a punta de cuchillo y violada varias veces en su propio cuartel. Aunque sus agresores llevaban máscaras, la víctima les ha reconocido gracias a su uniforme : ise trataba de sus compañeros de armas. En el transcurso de su examen ginecológico de rutina, una mujer soldado es agredida y violada por su médico militar. Otra joven mujer soldado, aún en periodo de adaptación a la vida en zona de guerra, es violada por su comandante. No queriendo comprometer su plaza al seno de la unidad, parece no tener ningún recurso.
Se trata de verdaderos relatos y, desgraciadamente, no son casos aislados. Las mujeres que sirven en la armada de los estados Unidos se arriesgan más a ser violadas por un colega que de morir bajo los tiros del enemigo en Irak.
Hemos podido constatar el verdadero alcance del problema después de una visita al centro hospitalario de los antiguos combatientes de West Los Angeles, donde he encontrado unos pacientes y sus médicos. Me he quedado atónito de aprender de los médicos que el 41% de las antiguas combatientes del centro afirman haber sido víctimas de agresiones sexuales durante su servicio y que el 29 % dicen haber sido violadas. Estas mujeres mencionan su terror contínuo, su sentimiento de impotencia y de las combras envolventes que su vida a forzado después de estos acontecimientos.
Los datos proporcionados por el departamento de la Defensa (DOD) revelan un escenario indignante. En 2006, 2 947 agresiones sexuales han sido informados, es decir 73% más que en 2004. El último informe del DOD, publicado este mes (abril 2008), indica que 2 688 rinformes han sido hechos en 2007, pero un cambio reciente concerniente al censo, en otros tiempos efectuado según el anuario civil, rinden las comparaciones más difíciles.
El departamento de Defensa a intentado cortar esta epidemia - particuliarmente en 2005, seguido de correos anónimos recibidos por medios de comunicación a propósito de agresiones sexuales sobrevenidos en la Air Force Academy. Frente a la atención minuciosa de los medios de comunicación y del Congreso referente al asunto, el DOD ha creado le Centro de Intervención y de prevención de las agresiones sexuales (Sexual Assault Prevention and Response Office). Después de su creación, la oficina ha puesto en marcha los programas de formación y de educacion que han hecho aumentar el número de caos informados de violaciones u otras agresiones sexuales. Es necesario no obstante tomar otras medidas para prevenir las agresiones y la responsabilización.
Se encuentra en el corazón de esta crisis una incapacidad o una reticencia a perseguir a los violentos en los rangos. Según las estadísticas del DOD, solamente 181 de los 2 212 militaies que han hecho el objeto de la encuesta por agresiones sexuales en 2007, y compuesto de 1 259 informes de violación, han sido reenviados a la Corte Marcial, el equivalente militar de una persecución al criminal. Además, 218 casos han sido regulados por las medidas administrativas no punitivas o una liberación, mientras que 201 acusados han sido objeto de "medidas disciplinarias no judiciales”, lo que significa que no han sido confinados a su alojamiento, forzados a ejecutar las tareas suplementarias o que han recibido otras sanciones también banales como un cachete en los dedos. En cerca de la mitad de los casos que se han hecho objeto en una encuesta, la cadena de mandos no ha tomado medida alguna y la razón evocada en más de un tercio de estos casos ha sido una “insuficiencia de pruebas”.
Esta situación constituye un constante sorprendente con la tendencia que se diseña en el sector civil al sujeto de las persecuciones por agresiones sexuales. En California, por ejemplo, según el ministerio de Justicia (California Department of Justice), el 44% de las violaciones señaladas conducen a los arrestos y el 64% de las personas arrestadas son perseguidas por la justicia.
El DOD debe cubrir este lápsus y eliminar los obstáculos que obstaculizan la eficacia de las encuestas y las persecuciones. Ignorar estas recomendaciones entraña unas consecuencias perjudiciales : las víctimas no querrán denunciar las agresiones y los agresores no serán disuadidos de repetir. La falta de rigor en las persecuciones ensalza una cultura que tolera las agresiones sexuales - una actitud de género “es necesario que la juventud se pase”.
He abordado este tema con la Secretaría de Defensa, Robert Gates. Aunque el secretario parece preocupado por la situación, la respuesta del ejército está lejos de ser impresionante - y la flagrante falta de urgencia para tratar este problema es inexcusable.
El Congreso no es más eficaz en la materia.Aunque las estadísticas sobre agresiones sexuales están disponibles facilmente, nuestra vigilancia ha fracasado delante la amplitud de la crísis. La naturaleza repugnante y explícita de los informes puede producir a la mala gente a estar a gusto, pero esto no justifica la inacción. Es urgente proceder en las audiencias del Congreso para subrayar el fracaso de las políticas actuales. Hombres o mujeres, la mayor parte de los militares son unos trabajadores aclamados, patriotas y corajudos que simbolizan lo mejor de la vida americana. El hecho de no abordar este problema de las agresiones sexuales en los militares va directamente al encuentro de estos valores y nos averguenza a todos.
por Jane HarmanPublicado el 2 abril 2008, en AlterNet. © 2008 Los Angeles Times.
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