Carta a un maltratador
Hoy me levante he hice las maletas. He esperado durante meses para hacerlo, solo con pensarlo me estremecía de miedo e impotencia. Miedo a que me encuentres y todo comience de nuevo, impotencia por tantas cosas…
Me has robado la vida poco a poco, apenas sin darme cuenta, desde el primer día que consentí cuando éramos novios, cambiarme de camiseta porque la que llevaba era provocativa y no te gustaba que otros me mirasen.
Me acaramelabas con palabras de amor y en nombre de el me pedías un sacrificio mas, un paso mas en mi autodestrucción como persona.
Aun recuerdo cuando pasabas las noches enteras sin dejarme dormir machacándome con alguna de tus exigencias (dejar de visitar a mi familia, olvidarme de esa amiga que no te gustaba, dejar de ir al gimnasio…) hasta que caía rendida y un buen día aceptaba esa nueva condena.
Me precipité al abismo mas absoluto aceptando tu doble vida, ni tan siquiera con otras mujeres (eso dentro de todo me habría resultado mas digno, menos humillante), y en nombre del amor quisiste prostituirme para saciar tu sed de aberraciones, para alimentar tu alma corrupta y enferma y ya casi, cuando me encontraba en el abismo, decidí escapar de esta vida llena de basura y de humillación e intentar recomponer los pequeños trozos íntegros que quedan de mi.
Te deseo la mas absoluta soledad, no quisiera ver otra victima en tus brazos, pero muy a mi pesar, creo que no será posible, sabes muy bien adornarte con tu aureola de mártir.
Espero no tropezarte nuevamente en mi camino, llegados a este punto preferiría estar muerta.
Me voy para no volver, espero que te quede claro. Y como mi debilidad es tu fortaleza, espero no flaquear y no mirar atrás.
Esto será complicado, los dos sabemos que no me soltaras tan fácilmente, pero he tomado las riendas de mi vida y esa, afortunadamente, será tu derrota.
Un saludo y hasta nunca.
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