Cuando la violencia sexual es un arma de guerra
La violencia sexual tiene un profundo y duradero impacto físico, psicológico y social.
Las heridas físicas de la mayoría de las formas de combate son generalmente visibles, tratadas por los médicos de forma urgente y, finalmente, curadas. Por el contrario, si bien la violencia sexual puede causar un daño físico considerable y heridas internas graves, es mucho menos probable que se trate, en comparación con otros danos.
Los manuales sobre intervención en situaciones de emergencia apenas mencionan la reconstrucción vaginal como una prioridad, pese a que ahora se reconozca ampliamente la violencia sexual como un método habitual de guerra.
Durante la guerra, no solo se viola Mujeres maduras físicamente, sino también a niñas, cuyo cuerpo no se ha desarrollado aun y que, por consiguiente, pueden sufrir espantosas heridas internas. Además, en los países donde la mayoría de las mujeres y las niñas ansiado sometidas a mutilación genital, la violencia sexual puede provocar desgarros profundos, tanto externos como internos.
Tras la violencia relacionada con conflictos armados, se suele dejar que las mujeres y las niñas con dolor extremo y profundos
Desgarros internos se curen sin medicación ni intervención quirúrgica alguna.
Si dispone de acceso a asistencia médica, la mujer o la niña la victima tendrán que describir y mostrar las heridas, lo que le causara aun mas angustia.
Los efectos psicológicos de la violencia sexual también son distintos comparados con otras formas de violencia. Cuando la violencia es perpetrada por alguien más fuerte –por ejemplo, si el perpetrador tiene mas fuerza física, esta en una banda o va armado, el trauma de la agresión se agrava por el hecho de sentirse indefensa. La vergüenza y el secretismo asociados con las heridas sexuales implican que no se suele hablar de ellas, incluso entre mujeres, de manera que apenas existe apoyo social para las victimas que arrastraran las secuelas a lo largo de toda su vida.
Las heridas físicas de la mayoría de las formas de combate son generalmente visibles, tratadas por los médicos de forma urgente y, finalmente, curadas. Por el contrario, si bien la violencia sexual puede causar un daño físico considerable y heridas internas graves, es mucho menos probable que se trate, en comparación con otros danos.
Los manuales sobre intervención en situaciones de emergencia apenas mencionan la reconstrucción vaginal como una prioridad, pese a que ahora se reconozca ampliamente la violencia sexual como un método habitual de guerra.
Durante la guerra, no solo se viola Mujeres maduras físicamente, sino también a niñas, cuyo cuerpo no se ha desarrollado aun y que, por consiguiente, pueden sufrir espantosas heridas internas. Además, en los países donde la mayoría de las mujeres y las niñas ansiado sometidas a mutilación genital, la violencia sexual puede provocar desgarros profundos, tanto externos como internos.
Tras la violencia relacionada con conflictos armados, se suele dejar que las mujeres y las niñas con dolor extremo y profundos
Desgarros internos se curen sin medicación ni intervención quirúrgica alguna.
Si dispone de acceso a asistencia médica, la mujer o la niña la victima tendrán que describir y mostrar las heridas, lo que le causara aun mas angustia.
Los efectos psicológicos de la violencia sexual también son distintos comparados con otras formas de violencia. Cuando la violencia es perpetrada por alguien más fuerte –por ejemplo, si el perpetrador tiene mas fuerza física, esta en una banda o va armado, el trauma de la agresión se agrava por el hecho de sentirse indefensa. La vergüenza y el secretismo asociados con las heridas sexuales implican que no se suele hablar de ellas, incluso entre mujeres, de manera que apenas existe apoyo social para las victimas que arrastraran las secuelas a lo largo de toda su vida.
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