Historia de una vida
Estoy encerrada en mi habitación, que se encuentra sumida en la oscuridad, los golpes fúricos que descargan su ira en la puerta, amenaza con derrumbarla y perforarme los tímpanos, me estremezco de terror. Mientras el ¡ABRE! Gritado con ira mal disimulada, se hace paso por mi inconsciente y esta a punto de doblegarlo, me dice para que tratar de evitar con una roída puerta lo inevitable, después el castigo a mi desobediencia seria peor, lo sabia…lo había vivido.
La desesperación se esta apoderando por completo de mis sentidos, que junto con la adrenalina de la huida hacen una combinación letal… me escondo debajo de las tapas de mi cama y empiezo a llorar de dolor, furia e impotencia, por no poder cambiar mi destino, la puerta todavía se encuentra sobre su goznes, yo por mientras intento opacar a los alaridos de furia que traspasa las ventanas y los resquicios de la entrada con mi vieja almohada, por el momento me siento segura en esa habitación.
Pero esta no dura mucho tiempo, oigo como se rompe el cristal, mientras siento como los trozos de la ventana caen sobre la manta que me cubre el rostro, ha sido violada, ultrajada en su dignidad, solo por crear el espejismo de estar en una fortaleza, que aunque no sea invulnerable, produce la ilusión de ser inexpugnable.
Los gritos dejan de escucharse, a la vez que alguien se sienta en mi cama, arrebatándome las frazadas e intentando acunarme en sus brazos, yo me alejo… el corazón frío y duro de mi padre se ha enternecido por el espectáculo que le doy, al ver el patético estado en que me encuentro. Vuelve a intentarlo y yo exploto, le grito con la voz ahogada por los sollozos, que por favor pare, que se valla, que ya no puedo más.
El consigue que acepte su abrazo, me dice que lo perdone, que jamás volverá a ocurrir, que me ama…yo le creo, a mis diez años de edad todavía uno es capaz de creer en las promesas vacías, agotada me quedo dormida arrullada por sus brazos.
Han pasado seis años y esta escena se ha repetido en innumerables ocasiones, siempre con el mismo final y el mismo comienzo.
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Salgo de liceo, me voy a juntar con mi novio. Durante el camino me encuentro con un muy querido amigo, que se ofrece amablemente a acompañarme, así seguimos riéndonos felices y contándonos nuestras experiencias. Nos despedimos efusivamente cuando llego a mi destino y el sigue con su camino.
La plaza que sirve de punto de encuentro para los amantes de mi edad, se halla casi vacía, busco a ese ser que amo tanto, al verlo en mi estomago empieza a revolotear las conocidas mariposas, acercándome le doy un beso, que el responde frío. Por mi cabeza empieza a rondar la pregunta de que le pasara.
Se empieza a formar una tensión entre nosotros, a la vez que la pregunta pugna por salir, se suelta casi de manera inconciente de mis labios, no me responde, insisto. Hasta que consigo una respuesta…aunque no es la que esperaba.
Me grita ¿que hacías con el? Mi mente no reacciona ante este reproche y así se lo digo. El simplemente vuelve a gritar la misma pregunta, reacciono de forma tardía y percatándome de que mi amigo era la causa de su enojo, le intento explicar que el es solo un amigo, que me lo encontré durante el camino, mas el con los puños apretados de furias me suelta que soy una puta, que seguramente me estoy acostándome con el y es por eso que no he querido hacer el amor. Empiezo a gritar que no diga más tonterías.
En ese momento siento como una bofetada me hace caer de bruces en el suelo, que produce que mi uniforme de escolar se llene de lodo, el sencillamente se va, dejándome tirada y con la marca de una mano en mi rostro.
Choqueada, solo atino a llorar e irme a mi casa, cuando ya estoy en mi habitación, las lágrimas empiezan a mojar mi almohada, que es mi única consejera, se ha convertido en el pañuelo de lágrimas de esta adolescente adolorida por los maltratos y la falta de autoestima.
Alguien toca la puerta, despertándome. Es mi madre que viene a decirme que me busca mi novio, la observo de reojo y me percato de que tiene un horrible moretón en el ojo, mi padre lo ha hecho de nuevo, yo solo me encojo de hombros, es cosa de ellos.
Hallándome en el lumbral de mi casa, miro a ese ser que me hacia sentir especial, que me amaba…rogándome de rodillas que lo perdone, que no volviera a pasar, que me ama y por eso reacciono así, que no soportaría perderme.
Yo confió de nuevo en el y me lanzo a sus brazos. Con un beso le expreso que todo esta olvidado.
La plaza que sirve de punto de encuentro para los amantes de mi edad, se halla casi vacía, busco a ese ser que amo tanto, al verlo en mi estomago empieza a revolotear las conocidas mariposas, acercándome le doy un beso, que el responde frío. Por mi cabeza empieza a rondar la pregunta de que le pasara.
Se empieza a formar una tensión entre nosotros, a la vez que la pregunta pugna por salir, se suelta casi de manera inconciente de mis labios, no me responde, insisto. Hasta que consigo una respuesta…aunque no es la que esperaba.
Me grita ¿que hacías con el? Mi mente no reacciona ante este reproche y así se lo digo. El simplemente vuelve a gritar la misma pregunta, reacciono de forma tardía y percatándome de que mi amigo era la causa de su enojo, le intento explicar que el es solo un amigo, que me lo encontré durante el camino, mas el con los puños apretados de furias me suelta que soy una puta, que seguramente me estoy acostándome con el y es por eso que no he querido hacer el amor. Empiezo a gritar que no diga más tonterías.
En ese momento siento como una bofetada me hace caer de bruces en el suelo, que produce que mi uniforme de escolar se llene de lodo, el sencillamente se va, dejándome tirada y con la marca de una mano en mi rostro.
Choqueada, solo atino a llorar e irme a mi casa, cuando ya estoy en mi habitación, las lágrimas empiezan a mojar mi almohada, que es mi única consejera, se ha convertido en el pañuelo de lágrimas de esta adolescente adolorida por los maltratos y la falta de autoestima.
Alguien toca la puerta, despertándome. Es mi madre que viene a decirme que me busca mi novio, la observo de reojo y me percato de que tiene un horrible moretón en el ojo, mi padre lo ha hecho de nuevo, yo solo me encojo de hombros, es cosa de ellos.
Hallándome en el lumbral de mi casa, miro a ese ser que me hacia sentir especial, que me amaba…rogándome de rodillas que lo perdone, que no volviera a pasar, que me ama y por eso reacciono así, que no soportaría perderme.
Yo confió de nuevo en el y me lanzo a sus brazos. Con un beso le expreso que todo esta olvidado.
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Acuno a mi pequeña hija en mis brazos, que llora de manera incansable, mientras mi novio de juventud ve un partido de fútbol por la televisión, me grita que haga callar a la niña o si no la lleve a la habitación, yo sumisa le obedezco.
Mi pequeña se ha quedado dormida en su pequeña cuna, me observo en el espejo roto a causa de uno de los constante ataques de ira de mi esposo, lo que veo no me gusta, las ojeras, las contusiones en mis brazos y cuello, seguramente por eso el ya no me quiere y se busco a otra.
La puerta de entrada de mi casa se cierra de forma violenta, mi esposo debe haber ido a emborracharse con sus amigos, para después pasar la noche en un prostíbulo, después va a llegar reclamando que cumpla mis “obligaciones de esposa”. Las cuales cada vez se hacen más penosas. Deseo abandonarlo, pero no puedo, el me da el sustento y eso le hace sentir de que puede hacer lo que quiera conmigo. Tiene razón, yo no podría mantenerme a mí y a mi niña, sola.
Sin darme cuenta caigo en la peor clase de prostitucion, donde no solo tengo que estar a su disposición, si no también soportar sus maltratos.
Mi pequeña se ha quedado dormida en su pequeña cuna, me observo en el espejo roto a causa de uno de los constante ataques de ira de mi esposo, lo que veo no me gusta, las ojeras, las contusiones en mis brazos y cuello, seguramente por eso el ya no me quiere y se busco a otra.
La puerta de entrada de mi casa se cierra de forma violenta, mi esposo debe haber ido a emborracharse con sus amigos, para después pasar la noche en un prostíbulo, después va a llegar reclamando que cumpla mis “obligaciones de esposa”. Las cuales cada vez se hacen más penosas. Deseo abandonarlo, pero no puedo, el me da el sustento y eso le hace sentir de que puede hacer lo que quiera conmigo. Tiene razón, yo no podría mantenerme a mí y a mi niña, sola.
Sin darme cuenta caigo en la peor clase de prostitucion, donde no solo tengo que estar a su disposición, si no también soportar sus maltratos.
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Me hallo en el parque con mi hija de ahora cinco años que juega feliz, de repente siento unos sollozos, se ha caído lastimándose la rodilla y ensuciando su vestido, la furia se apodera de mi, voy le suelto una cachetada diciéndole que como puede ser tan estúpida, que mancho su vestido nuevo, ella llora con renovado ímpetu, la tomo en brazos y la llevo a la casa.
Cuando ya no encontramos hay, cambio su ropa, refunfuñado que como puede ser tan tonta, que ninguna niña de su edad comete “tales atrocidades”. Ella se aferra a mis piernas pidiéndome perdón, que por favor no deje de quererla. Yo simplemente la mando a estrellones a su habitación.
En el cuarto que comparto con ese hombre, por el cual ya no siento ningún aprecio, empiezo a escuchar unos lamentos…me dirijo con sigilo al lugar y lo que veo me hace sentir como el ser más despreciable de este mundo, siento asco de ser yo. Mi hija esta tapada hasta la cabeza por las mantas, sollozando y ocupando la misma almohada que era mi pañuelo de lágrimas durante mi infancia, que desarrolla la misma función.
Me siento en la cama y la tomo para arrullarla en mis brazos, pidiéndole perdón, prometiéndole que no volvería a pasar, reproduciendo las mismas palabras vacías que me decían. Cuando es vencida por el sueño, pienso en mi padre ¿abra sentido lo mismo que yo? Cada vez que me pedía disculpas. Me doy cuenta que he pasado de victima a victimario. Alejo esos pensamientos y recuerdos de mi mente, las heridas que me dejaron todavía están sangrantes.
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Estoy sentada en el comedor, la pareja de mi hija me dice que voy a ser abuela, lo único que pasa por mi cabeza de que es demasiado joven para ser madre, tiene apenas quince años. El dice que se hará responsable, ama a mi hija y le dará lo mejor.
Ella aparece, nos miramos y me percato de que se embarazo, para poder huir del infierno en el que se ha transformado mi hogar, la verdad es que envidio que tenga esa posibilidad y quizás sea lo mejor.
Han transcurrido diez años desde entonces, tengo una preciosa nieta de nueve. Que llena de alegría mi existencia. Aunque lo que me atormenta es que mi hija no es feliz con su marido, aunque ella no lo diga. Noto las contusiones en su cara y que se le ve apagada y triste.
Lo que mas rabia me da, es que paga toda su amargura y frustración en su hija, mas cuando se lo digo ella solo responde que no tengo la moral como para reclamarle nada, yo hacia lo mismo con ella.
Cuando ya no encontramos hay, cambio su ropa, refunfuñado que como puede ser tan tonta, que ninguna niña de su edad comete “tales atrocidades”. Ella se aferra a mis piernas pidiéndome perdón, que por favor no deje de quererla. Yo simplemente la mando a estrellones a su habitación.
En el cuarto que comparto con ese hombre, por el cual ya no siento ningún aprecio, empiezo a escuchar unos lamentos…me dirijo con sigilo al lugar y lo que veo me hace sentir como el ser más despreciable de este mundo, siento asco de ser yo. Mi hija esta tapada hasta la cabeza por las mantas, sollozando y ocupando la misma almohada que era mi pañuelo de lágrimas durante mi infancia, que desarrolla la misma función.
Me siento en la cama y la tomo para arrullarla en mis brazos, pidiéndole perdón, prometiéndole que no volvería a pasar, reproduciendo las mismas palabras vacías que me decían. Cuando es vencida por el sueño, pienso en mi padre ¿abra sentido lo mismo que yo? Cada vez que me pedía disculpas. Me doy cuenta que he pasado de victima a victimario. Alejo esos pensamientos y recuerdos de mi mente, las heridas que me dejaron todavía están sangrantes.
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Estoy sentada en el comedor, la pareja de mi hija me dice que voy a ser abuela, lo único que pasa por mi cabeza de que es demasiado joven para ser madre, tiene apenas quince años. El dice que se hará responsable, ama a mi hija y le dará lo mejor.
Ella aparece, nos miramos y me percato de que se embarazo, para poder huir del infierno en el que se ha transformado mi hogar, la verdad es que envidio que tenga esa posibilidad y quizás sea lo mejor.
Han transcurrido diez años desde entonces, tengo una preciosa nieta de nueve. Que llena de alegría mi existencia. Aunque lo que me atormenta es que mi hija no es feliz con su marido, aunque ella no lo diga. Noto las contusiones en su cara y que se le ve apagada y triste.
Lo que mas rabia me da, es que paga toda su amargura y frustración en su hija, mas cuando se lo digo ella solo responde que no tengo la moral como para reclamarle nada, yo hacia lo mismo con ella.
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Mis ojos se abren lentamente, siento todo mi cuerpo adolorido, a causa de la ultima paliza de mi esposo, que fue brutal. Tomo una decisión que debí haber tomado hace mucho tiempo, separarme, ya que lo más seguro es que no salga viva de otra.
Observo a mí alrededor, la habitación se me hace desconocida, con sus paredes blancas. Estoy rodeada de mangueras y aparatos extraños, pero es el ruido de esa maquinita que se escucha el sonido de tu corazón, la que hace que me percate de que estoy en un hospital, distingo a mi hija hablando con un hombre de bata blanca. Agudizo el oido y me paralizo por lo que oigo, dice que no hay posibilidades para mí, que las innumerables fracturas no tratadas con anterioridad ,mas las que se unieron en esta última golpiza, me estaban perforando el hígado y parte de un pulmón, que era un milagro que aun siguiera con vida.
Ahora entiendo el porque de esos recuerdos que pasaron por mi mente, por hay leí que cuando estas en una situación donde peligra la vida eso pasaba, pienso en la decisión que tenia tomada, demasiado tarde, escucho a mi hija suplicarle al medico que me salve, reuniendo mis ultimas fuerzas logro llamarla por su nombre.
Se sobresalta y empieza a acercarse, pidiéndome que no hable, que retenga mis fuerzas para sobrevivir, pero necesito antes de morir que me escuche, ella se queda callada para poder prestarme atención.
Le digo que no cometa los mismos errores que yo, que trate a su hija con más amor, que deje a ese hombre que la maltrata, que no la quiere, que no la respeta. Que deje de confiar que va a cambiar, que sea feliz como yo nunca he sido. Que por favor no repita mi historia.
La vida se esta extinguiendo, no puedo respirar, mi ultimo deseo es que mi niña querida, tome en cuenta las suplicas de una vieja agonizante, que solo quiere que sea feliz.
Observo a mí alrededor, la habitación se me hace desconocida, con sus paredes blancas. Estoy rodeada de mangueras y aparatos extraños, pero es el ruido de esa maquinita que se escucha el sonido de tu corazón, la que hace que me percate de que estoy en un hospital, distingo a mi hija hablando con un hombre de bata blanca. Agudizo el oido y me paralizo por lo que oigo, dice que no hay posibilidades para mí, que las innumerables fracturas no tratadas con anterioridad ,mas las que se unieron en esta última golpiza, me estaban perforando el hígado y parte de un pulmón, que era un milagro que aun siguiera con vida.
Ahora entiendo el porque de esos recuerdos que pasaron por mi mente, por hay leí que cuando estas en una situación donde peligra la vida eso pasaba, pienso en la decisión que tenia tomada, demasiado tarde, escucho a mi hija suplicarle al medico que me salve, reuniendo mis ultimas fuerzas logro llamarla por su nombre.
Se sobresalta y empieza a acercarse, pidiéndome que no hable, que retenga mis fuerzas para sobrevivir, pero necesito antes de morir que me escuche, ella se queda callada para poder prestarme atención.
Le digo que no cometa los mismos errores que yo, que trate a su hija con más amor, que deje a ese hombre que la maltrata, que no la quiere, que no la respeta. Que deje de confiar que va a cambiar, que sea feliz como yo nunca he sido. Que por favor no repita mi historia.
La vida se esta extinguiendo, no puedo respirar, mi ultimo deseo es que mi niña querida, tome en cuenta las suplicas de una vieja agonizante, que solo quiere que sea feliz.
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El lugar me es completamente desconocido, un ser se acerca a mí, veo su túnica blanca y miro esos ojos verdes esperanza como los de mi nieta. Tiende su mano y yo la tomo. La muerte me lleva a su reino de ilusión y abandono este mundo.
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